Uno de los aspectos más importantes que condicionan la elección de un fondo de inversión son sus comisiones. De hecho, es uno de los elementos que más impacto tiene en la rentabilidad de la inversión.
Sin embargo, muchos inversores ignoran cuánto pagan por sus fondos de inversión, y algunos ni siquiera saben qué comisiones se están aplicando. Esto hace que elijan mal el producto que mejor se ajusta a lo que necesitan, y obtengan unos resultados bastante alejados al rendimiento que deberían obtener.
Pero, ¿por qué sucede esto? Pues sobre todo, por el sistema que se aplica para cobrar las comisiones a los partícipes.

Las comisiones de los fondos de inversión
Existen diferentes comisiones que se aplican en los fondos de inversión. Cada una de ellas se determina de una determinada forma.
Así, por ejemplo, las comisiones de gestión y de depositaria se suelen calcular como un porcentaje del patrimonio del fondo; la comisión de éxito se calcula como un porcentaje de los resultados obtenidos por el fondo; y las comisiones de suscripción y de reembolso se calculan como un porcentaje del valor de la participación adquirida o vendida, respectivamente.
Sin embargo, las entidades no pueden aplicar las comisiones que ellas quieran de manera discrecional. Los gastos de un fondo de inversión están regulados en el artículo 8 de la Ley 35/2003, de 4 de noviembre, de Instituciones de Inversión Colectiva, que establece los siguientes límites en el cobro de comisiones:
Cómo se descuentan las comisiones del fondo de inversión
Las comisiones se podrían liquidar de dos formas: bien descontando implícitamente la comisión del propio valor liquidativo del fondo de manera periódica (generalmente diariamente) o bien pagando de forma explícita la comisión, cargando el importe en la cuenta corriente del partícipe.
Descuento del valor liquidativo
La primera alternativa es descontar la comisión correspondiente del valor liquidativo del fondo de forma diaria. Esta modalidad se suele aplicar sobre las comisiones de gestión, depósito y éxito, y se conoce también como comisión implícita.
Bajo este sistema, la entidad mostrará al partícipe el valor de sus capital en el fondo después de haber descontado las comisiones correspondientes. Es decir, la rentabilidad del fondo se muestra en términos netos, una vez descontados todos los gastos del mismo.
Cargo en cuenta de las comisiones
La segunda modalidad podría consistir en cargar en la cuenta corriente del partícipe las comisiones del fondo. Es una comisión explícita, por cuanto el inversor conoce qué cantidad se cobra en todo momento, ya que la entidad se lo carga en su cuenta corriente.
En este caso, la rentabilidad del fondo se mostrará en términos brutos, es decir, sin descontar las comisiones del fondo de inversión.
La comisión explícita es un modelo que normalmente se utiliza sólo en la comisión de custodia o en las comisiones de suscripción y reembolso, en caso de que se apliquen.
Ventajas e inconvenientes de cobrar descontando el valor liquidativo
La principal ventaja de este modelo es que no tenemos que preocuparnos de cuánto debemos pagar por nuestra inversión en concepto de comisiones, algo que es mucho más cómodo, sobre todo a nivel fiscal. Asimismo, obtenemos la rentabilidad real de la inversión, una vez descontados todos sus gastos.
Sin embargo, el mayor inconveniente es que no tenemos un control real de los gastos que acarrea nuestra inversión. Salvo que la entidad gestora sea lo suficientemente transparente o que seamos muy constantes a la hora de llevar este seguimiento, este modelo implica, en la mayoría de los casos, perder la perspectiva real de lo que se paga.
Ventajas e inconvenientes de cobrarlo descontándolo de la cuenta corriente
Esta alternativa tiene la ventaja de que sabemos en todo momento cuánto estamos pagando, y así tenemos un mayor control de los costes reales del fondo. Además, de esta forma, tenemos una visión más realista del comportamiento del fondo, ya que en la rentabilidad no se incluyen sus gastos.
Es decir, el impacto emocional que tiene esta alternativa es mucho mayor que en el caso de la comisión implícita.
Sin embargo, el mayor inconveniente es que siempre tenemos que tener disponible un cierto nivel de efectivo inmovilizado en la cuenta corriente donde se cargarán estos gastos.
Fiscalidad de las comisiones del fondo
La Ley del IRPF permite a los contribuyentes deducirse las comisiones de suscripción, reembolso, gestión o custodia al presentar la declaración de la renta.
En la gran mayoría de los casos, dado que las comisiones se deducen de manera diaria del valor liquidativo del fondo, en realidad este será el importe neto sobre el que se aplican los impuestos correspondientes en caso de reembolso.
En caso contrario, tan solo tendrás que restar las comisiones de la base imponible (que básicamente se calcula teniendo en cuenta las plusvalías de la inversión) e indicar ese resultado en la casilla correspondiente de la declaración de la renta.
La diferencia entre la comisión explícita e implícita
Pongamos un ejemplo de un fondo para ver las diferencias entre las comisiones implícita y explícita.
Imaginemos que tenemos una participación en un fondo de inversión por valor de 100.000 €. La comisión de gestión es del 2%, a la que hay que sumar una comisión de depósito del 0,10% anual. El fondo ha incrementado su rentabilidad en un 10% en un año. Es decir, al cabo del primer año, el valor de la participación es de 110.000 €. ¿Cuál es la diferencia?
En el caso de la comisión explícita, habrá que aplicar un porcentaje del 2% anual, o lo que es lo mismo, 2.200 € de comisión de gestión y 110 € de comisión de depósito. La rentabilidad del fondo seguirá siendo del 10%, pero el inversor tendrá que pagar 2.310 € de su cuenta corriente.
La comisión implícita, en cambio, se deduce del patrimonio del fondo. El inversor tendrá que pagar también 2.310 € al cabo de un año, pero no tendrá por qué tener fondos en su cuenta bancaria. En cambio, la rentabilidad del fondo pasará a ser de 7,69% en lugar del 10%.
Qué es más interesante para el inversor
Lo primero que has de saber es que el resultado de la inversión es el mismo, tanto si se descuentan las comisiones del valor liquidativo como si se cobra de forma explícita en una cuenta corriente.
Tampoco hay diferencia a la hora de aplicar las comisiones a nivel fiscal, aunque en el caso de las comisiones explícitas, es necesario que sea el contribuyente quien lo indique en su declaración de la renta.
En cualquier caso, la norma establece claramente qué tipo de abono se aplica a cada tipo de comisión, y no parece que la industria vaya a cambiar este paradigma a corto y medio plazo.
Eso sí, si se descontase de la cuenta corriente de cada partícipe, posiblemente el inversor tomaría una mayor conciencia de la importancia de los costes aplicados sobre su inversión.
Aurelio Jiménez, economista y divulgador de contenidos financieros.